Capítulo anterior: El plan maestro
Cuando el subcomandante terminó de decir esa frase acerca de la tierra prometida, todos nuestros celulares, aquellos que habíamos convertido en radio, comenzaron a sonar indicando que la señal 5G de internet volvía a estar disponible. Todos sorprendidos por la sincronía del momento miramos estupefactos al líder que tranquilamente comenzó apagar la fogata transmitiendo una escalofriante sonrisa. “Disculpen mi paranoia, pero por favor, eviten hacer llamadas por esta noche, mañana debemos avanzar al sur y no queremos que los carteles capten alguna señal en esta zona. Si es posible deshabiliten el tráfico de datos. Que tengan una buena noche”. El subcomandante se despidió y desapareció entre la oscuridad. Todos conscientes de que la paranoia era completamente justificable, apagamos nuestros celulares y los entregamos a los encargados de bloquear las señales electromagnéticas. Al amanecer del otro día muchos despertamos bastante inquietos, quizás por el hecho de que sabíamos que el internet había vuelto, pero en realidad era por las cosas que dijo el subcomandante acerca del plan maestro, lo cual aún dejaba bastantes dudas acerca de su definición y eso de que estábamos pisando la tierra prometida aún más. Mientras caminábamos en dirección al sur, muchos de los encapuchados hablaban entre sí en lenguas nativas o jergas que sólo ellos entendían, pero llamaba la atención las miradas de preocupación hacia el subcomandante, quien no dijo una sola palabra en el transcurso de cuatro horas. Algunos de los encapuchados con los que habíamos comenzado a entablar relaciones nos indicaron que estábamos viviendo tiempos no complejos, sino increíbles, pues muchas de las cosas que estaban pasando, ya habían sido advertidas años antes pero nunca pensaron que se harían realidad con tanta precisión. En eso el subcomandante paró de caminar y todos debimos parar con él. Aquí es la última parada, señaló. Estábamos frente a una gran pared montañosa y pensábamos que la intención sería rodearla pero el subcomandante indicó que la misión era subirla. Muchos debatimos su decisión pero luego de varios diálogos entendimos la complicada situación. Resulta que si observábamos el camino que seguía la ruta, muy a lo lejos se podían notar camiones blindados. El destino era un lugar conocido antiguamente como el puerto de marqués y la única opción de llegar sin enfrentamientos era subiendo la montaña. La subida nos tomó el resto del día, no se pudo hacer ninguna parada de descanso formal ya que no estaban las condiciones para poder hacerlo, solo debimos mantenernos firmes y bien agarrados para no perder el equilibrio. Cuando llegamos a la cima, tuvimos que agruparnos apegados unos a otros para permitir que el espacio alcanzara para todos, una vez que todos llegaron y lograron tumbarse en el suelo para descansar el subcomandante ordenó escuchar atentamente sus palabras.
Compañeros, de todo corazón quiero agradecer a todos ustedes por haber llegado hasta aquí, agradezco todos estos años de confianza y todo el compromiso que han tenido con el grupo. Como ya sabemos, muchos de nuestros integrantes andan dispersos en la selva, muchos fueron liquidados y muchos más han sido capturados. Agradezco la motivación que han tenido los nuevos integrantes por integrarse y agradezco a todos aquellos que los ayudaron a hacerlo de mejor manera. No quiero que se alarmen con lo que les diré pero quiero que sepan que mañana al amanecer, vendrán por nosotros. Muchos de ustedes ya saben de lo que estoy hablando y si bien muchos no tienen idea, fue necesario mantener el silencio de esta información para evitar un caos que hubiese sido más perjudicial. Los tipos que están abajo y que logramos evadir, saben de nosotros desde mucho antes de que partiéramos la caminata. Ellos son parte del mismo grupo de personas que reactivaron el Internet y si bien son herederos de la resistencia reptiliana no son parte de los que hace varios días realizaron la última gran ofensiva fascista.
Si pueden observar a lo lejos, entre medio de esas dos colinas de abajo, podrán observar la antigua ciudad de Acapulco. Échenles un vistazo por unos segundos. Muchos de nosotros que conocemos la ciudad sabemos que no es la misma que dejamos hace unas semanas atrás. Si logran ver los detalles, verán lo cambiada que está. Es una ciudad completamente diferente. Esto fue obra de ellos. Todas las grandes ciudades del mundo fueron cambiadas esta última semana por esa temida especie, la cual ha vuelto a renacer sin importar lo mucho que algunos trabajaron para evitarlo. Échenles un vistazo. Desde aquí no se ve tan mal. Incluso se asemeja mucho al proyecto que tenían algunos que hablaron acerca de disminuir los espacios ocupados para crear ciudades más amigables con el ecosistema. Muchos me miran incrédulos y es completamente entendible, pero debemos recordar de dónde venimos para entender hacia dónde vamos. La especie humano estuvo estos últimos años viviendo episodios bastante complejos, pero desde la segunda revelación de la inteligencia universal muchos entendimos cual iba a ser la dinámica del cosmos. Nada se pierde, todo se ocupa en algo nuevo mientras renace, mientras circula y vuelve a ser. ¿Cómo sabemos lo que sabemos?
Antes de la última glaciación, óiganme bien, la especie humana ya aplicaba sus conocimientos en cosas bastante útiles. Cosas esenciales como la fabricación de artefactos que les permitieron obtener alimento casando otras especies. Indagaron en la construcción y pudieron dejar de ser nómades para dar paso a pequeños asentamientos con conocimientos en ganadería y al poco tiempo en agricultura. Estas cosas las aprende cualquier especie que aprende a dominar la energía. Nosotros la conocemos hoy en día como el fuego. La particularidad de este elemento, es que no se aprende de la nada. Tal cual sucede en los antiguos juegos olímpicos, es un conocimiento que se traspasa de especie en especie. El problema sucedió cuando la mayoría de las tribus que sobrevivieron a la última glaciación olvidaron quien fue su tutor. ¿Cuál fue la especie que nos enseñó a usar la energía? Al igual que los humanos, ellos también debieron huir del cambio climático, pero en vez de dispersarse torpemente por los cuatro puntos cardinales, cavaron debajo de la tierra para protegerse. Ahí quedaron bajo ciudades y ecosistemas completamente diferentes a los que alguna vez hemos visto, planeando y ejecutando diversas acciones para controlar lo que sucede aquí arriba.
Por estos lugares, hace más de quinientos años, los aztecas fueron los únicos que recordaron y por ende mantuvieron a la población bastante sometida. Aún no hay respuestas concretas a las sangrientas motivaciones que tuvieron, pero se sabe que incluso Olmecas y Toltecas, ya adoraban a dioses similares con forma de reptil, miles de años antes. Cuando empezaron a llegar los primeros conquistadores, esos sicópatas ambiciosos con ganas de hacer fortuna, vinieron infiltrados entre sus filas, aquellos que heredaban del mismo linaje pero al otro lado del gran océano. Estos habían sobrevivido desde los tiempos de Egipto, ocupando cargos gubernamentales en lo que fue Roma y posteriormente en importantes puestos que rigieron a los países que conformaron la Europa del siglo X. Con la llegada de los conquistadores y durante las siguientes décadas, todo el globo, que se había mantenido separado por millones de años, volvió a quedar unido bajo la misma conciencia reptiliana y en menos de trescientos años, los primeros sentimientos nacionalistas dieron inicio a la división del continente, la cual fue fomentada por ideas de filósofos de un origen muy similar que se quedaron en el otro lado, preparando año tras año, los cimientos de la revolución francesa.
Para ellos la raza humana fue, es y será por siempre una raza inferior amoldable a sus intereses. Son varios grupos los que en realidad controlaron todo y si bien muchas veces existieron diferencias entre ellos, no fueron ellos los que lucharon sino nosotros, contra nosotros mismos. Cuando completaron el círculo, e hicieron creer al hombre que era la especie más alta de la gran pirámide evolutiva, posicionaron su ojo por encima de nosotros y nadie estuvo al tanto para cuestionárselo. Poco a poco y año tras año, los inventores inocentemente favorecieron a su control centralizado de masas, así como a la exterminación masiva de las mismas, provocando a finales del siglo XIX el aniquilamiento de los últimos pueblos que para entonces, mantenían una penosa resistencia por conservar su hermosa cosmovisión.
Pareciera ser que la cosa se viene peor y es entendible que tengan miedo, pero como dijo un antiguo profeta, ya no deben temer. El enemigo ya no quiere ser más nuestro enemigo. Al igual que nosotros, tardaron en darse cuenta, pero ya lo hicieron y de manera bastante eficaz. Sonará paradójico lo que les diré, pero si bien los antiguos miembros del linaje reptiliano aún no quieren aceptar este cambio, sus herederos ya lo hicieron y son ellos los que prevalecerán. A los más viejos les atemorizaron sus hijos, ya que serían nativos en un mundo donde nosotros siempre seriamos inmigrantes. Pues esos hijos ya tuvieron hijos. La generación Y más conocida como la generación millenials fue la generación que desarrolló de manera más fuerte, el sentido de la comunidad tanto global como local y fue la única que pudo quebrantar el espíritu de sus ancestros. Esos hijos hace algunos años se amistaron con nuestros hijos y como podrán imaginarse, el temor de sus padres y abuelos ya es cosa del pasado, al igual que sus malas acciones. Mañana vendrán hasta aquí, no lo impidiremos. Pero no seremos castigados y menos fusilados como se hacía antiguamente. Tengan fe amigos míos, mañana es 8 de marzo y festejaremos la energía femenina que comenzará a regir esta nueva era. Mañana una joven mujer nos dirá que hacer. Por ahora no sé qué más decir. Los que quieran volver a casa, podrán hacerlo desde el puerto. Los que quieran continuar en esta parte del mundo podrán hacerlo. Agradezco nuevamente haber llegado hasta aquí de manera tan honesta, aunque hubiesen podido adelantarse a los hechos, no habrían comprendido absolutamente nada, pues no fueron pocas las cosas que tuvimos que pasar para poder vivir en la tierra prometida.
--FIN--